El rico y Lázaro



¿Con esta parábola se puede asegurar que el premio de los justos es el cielo y que el castigo de los malos es el infierno?
De ninguna manera, la Biblia no enseña que el cielo sea un premio o el infierno un castigo (Ver estudio El Cielo y el Infierno). Al final de esta lectura usted comprenderá el verdadero significado de esta parábola.
Esta parábola ha sido utilizada para justificar una tradición pagana. En casi todas las culturas antiguas podemos ver el premio para los buenos y el castigo para los malos:

Mitología Egipcia:
Aaru: lugar paradisiaco donde reinaba Osiris, aquellos cuyos corazones fueran puros se les concedía hacer el viaje al Aaru, para disfrutar placenteramente de toda la eternidad
Duat: el inframundo, donde se daba el juicio de Osiris, y donde el espíritu del difunto debía deambular, sorteando malignos seres y otros peligros

Mitología Griega
Campos Elíseos: el lugar sagrado donde las "sombras" (almas inmortales) de los hombres y mujeres virtuosos y los guerreros heroicos han de pasar la eternidad en una existencia dichosa y feliz
El Hades: la morada de los muertos (que es conocido como el Érebo o el Báratro) y el Tártaro, que es donde están atrapados los monstruos y los titanes.

Mitología Japonesa:
Takamagahara: hogar de los kami, el cielo en la mitología japonesa. Aquí es donde empezó todo con los tres poderoso kami que dieron origen a los otros dioses y divinidades menores que luego crearon el mundo y lo conectaron por el puente Ama no uki hashi al cielo.
Yomi: el lugar donde los muertos van a morar después de que fallecen. Una vez que uno ha comido en el hogar de Yomi es imposible volver a la tierra de los vivos. Ahí es donde algunos de los legendarios asesinos semidioses fueron atrapados.

Mitología Azteca:
Tonatiuhichan: es un paraíso, una de las cuatro postrimerías del hombre en la mitología mexica, ya que, para los antiguos mexicanos, lo que determinaba el lugar al que había de ir el alma de un difunto, no era la conducta que éste hubiera observado en vida, sino la forma de morir; para tal efecto, disponían de cuatro paraísos, acomodados en los cuatro puntos cardinales alrededor del Sol. Al Norte (Mictlampa), Tezcatlipoca, al Oeste/Occidente (Cihuatlampa), Quetzalcóatl, al Este/Oriente (Tlahuiztlampa), Xipetótec, y al Sur (Huitztlampa), Huitzilopochtli

Mictlán: el inframundo, con sus nueve regiones que forman la travesía dentro del submundo con obstáculos específicos que expresan niveles de putrefacción y tormentos tanatomórficos que padecen los muertos en su regresión orgánica después de 4 años, y ya cuando los muertos alcanzaban lograr atravesar los infiernos, sí es que lo lograban, estos podrían liberar su alma, su tonalli, logrando así el descanso anhelado ante la presencia de Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, el señor y la señora de la muerte, los regidores del inframundo.

No se pretende dar una definición precisa de los ejemplos anteriores, solamente se intenta mostrar las creencias paganas de los pueblos antiguos, los cuales creían en un paraíso celestial y un inframundo; de dichas creencias se introduce una mezcla en las doctrinas de las iglesias cristianas en la actualidad.

Le invito a que se libere de las tradiciones que le han enseñado y analice lo que la Biblia realmente dice:
ü  El Contexto en que nuestro Maestro dijo esta parábola:
En Lucas 15:1 inicia el relato cuando publicanos y pecadores se acercaban al Maestro, por lo cual los fariseos y maestros de la ley le criticaron.

Nuestro Salvador les dice cuatro parábolas: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido, luego la parábola del mayordomo infiel.

Todas estas parábolas eran para los fariseos: la oveja perdida y la moneda perdida era la forma de decirles que sí estaba con publicanos y pecadores era para salvarlos; el hijo prodigo era la forma de decirles a ellos cuanto amor tiene Él para con los pecadores y les recrimina su actitud, similar a la del hijo mayor: no se alegran por sus hermanos cuando se arrepienten y son perdonados, además de que ellos están en contacto con las Escrituras, pero no conocen la misericordia.

La parábola del mayordomo infiel era directamente para los fariseos, ya que a ellos les encantaba el dinero.

La parábola del Rico y Lázaro también va dirigida hacia los fariseos al igual que las anteriores. Al igual que las cuatro parábolas anteriores no son reales, son tan solo narraciones breves y simbólicas de las que se extrae una enseñanza moral.

No se está tratando ningún tema referente a la vida después de la muerte, ni a castigos o premios para los seres humanos. Se les están haciendo reproches a los fariseos por su manera de actuar.

ü  Verdadero significado de la parábola del Rico y Lázaro:
19 »Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos banquetes todos los días. 20 A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21 y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas.
Lucas 16:19-21

El hombre rico representa a la nación de Israel de esa época, la parte de su vestimenta lujosa era una referencia a los fariseos y maestros de la ley que vivían cómodamente y su comida era la mejor. Lucas 16:18 no está fuera de contexto, le hace referencia al hecho que como nación habían adulterado al rechazar al Mesías y creer que con sus tradiciones y costumbres alcanzaban la salvación.

Lázaro representa al pueblo gentil, el cual estaba alejado de las promesas como es mencionado en Efesios 2:12.

22 »Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23 En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 24 Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten compasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego”. 25 Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemente. 26 Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá”.
Lucas 16:22-26

Murieron el hombre rico y Lázaro, pero Lázaro no fue llevado al cielo o al paraíso, sino al “seno de Abraham”. En primer lugar, Abraham no está en el cielo, sino que fue sepultado en la cueva de Macpela según Génesis 25:7-9. El seno de Abraham significa que se convirtió en heredero de las promesas, es decir, murió compartiendo nuestra fe en el Mesías. La siguiente lectura confirma que todo aquel que cree en el Hijo de YHWH es descendiente de Abraham y heredero de las promesas:

26 Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, 27 porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. 28 Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. 29 Y, si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa.
Gálatas 3:26-29

Cuando dice “y los ángeles se lo llevaron...” hace referencia a Mateo 24:31, en la segunda venida del Mesías a la tierra (ver estudio El Regreso del Mesías), al sonido de la trompeta mandará a sus ángeles a reunir a los elegidos de los cuatro puntos cardinales de la tierra. Quiere decir que Lázaro representa a los gentiles que serán parte del pueblo redimido y que tomaran parte en la primera resurrección.

Cuando dice “el rico levantó los ojos y vio de lejos…” hace referencia al siguiente pasaje bíblico:

11 Luego vi un gran trono blanco y a alguien que estaba sentado en él. De su presencia huyeron la tierra y el cielo, sin dejar rastro alguno. 12 Vi también a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Se abrieron unos libros, y luego otro, que es el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados según lo que habían hecho, conforme a lo que estaba escrito en los libros. 13 El mar devolvió sus muertos; la muerte y el infierno devolvieron los suyos; y cada uno fue juzgado según lo que había hecho. 14 La muerte y el infierno fueron arrojados al lago de fuego. Este lago de fuego es la muerte segunda. 15 Aquel cuyo nombre no estaba escrito en el libro de la vida era arrojado al lago de fuego.
Apocalipsis 20:11-15

Esta es la segunda muerte, es decir, el hombre rico no resucito en la primera resurrección y no fue parte de los escogidos. El sepulcro, el mar y la muerte devolvió a todos los muertos, los cuales no estuvieron ni en el cielo ni en el infierno, sino reposando en espera de este momento.

Este es el lloro y crujir de dientes según Lucas 13:28, eso es lo que está viendo el rico en ese momento, no estaba en medio del fuego, sino atormentado al ver el lago de fuego, que es el castigo eterno para aquellos cuyo nombre no estaba escrito en el libro de la vida.

Si hubiera estado quemándose en el infierno no hubiera pedido que Lázaro se mojara la punta del dedo para que le refrescara la lengua, hubiera pedido como mínimo un barril de agua para arrojárselo encima de todo el cuerpo. De la angustia que está pasando tiene la lengua seca y pide una gota de agua. Vemos que ha resucitado con un cuerpo mortal y tiene una angustia enorme ya que está cerca de padecer su castigo.

La respuesta de Abraham a la petición del rico es similar a lo siguiente:

El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
Juan 12:25

El rico vivió una vida plena en este mundo, pero perdió la vida eterna, mientras que Lázaro aborreció la vida en este mundo para lograr la vida eterna.

La parte final de la parábola es la siguiente:

27 »Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28 para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento”. 29 Pero Abraham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30 “No les harán caso, padre Abraham —replicó el rico—; en cambio, si se les presentara uno de entre los muertos, entonces sí se arrepentirían”. 31 Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos”».
Lucas 16:27-31
En cuanto a los cinco hermanos: algunos dicen que Israel de esa época era la tribu de Judá, por lo tanto, los cinco hermanos son los mencionados en Genesis 35:23. Otros dicen que se refiere a las corrientes de pensamiento o sectas de esa época: fariseos, saduceos, escribas, esenios y celotes. No considero importante quienes eran exactamente sino a quienes representaban: es decir, al resto del pueblo de Israel.

La respuesta de Abraham es clara, lean las escrituras y vivan de acuerdo con ellas, a lo cual el rico responde: no les harán caso, pero si se presenta uno de entre los muertos, entonces si se arrepentirían.
Luego Abraham le dice que si no le hacen caso a las Escritura, que dan testimonio del Mesías (Juan 5:39) tampoco se convencerán, aunque vean al Mesías levantarse de entre los muertos. Es lo mismo que nuestro Salvador les dijo en Juan 5:46-47:

46 Si ustedes le creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque él escribió acerca de mí. 47 Pero si no creen a sus escritos, ¿cómo van a creer a mis palabras?»

No está diciendo que los muertos se puedan levantar de la tumba o que puedan comunicarse con los vivos, es una clara referencia a la resurrección de nuestro Salvador.

Entonces la enseñanza de esta parábola es que Israel de aquella época vivía tratando de salvarse por sus propios medios (siguiendo costumbres rabínicas y tratando de cumplir con la Torá), esa era la enseñanza de los fariseos y maestros de la ley, pero se olvidaron del verdadero significado de las Escrituras y no reconocieron al Mesías cuando estaba frente a ellos.

Como consecuencia, no tendrían parte en la primera resurrección, sino en la segunda resurrección, la cual sería para castigo y vergüenza (Daniel 12:2).

Como se puede entender, al analizar esta parábola, no se está enseñando que los muertos van al cielo o al infierno; de lo que habla es de un reproche para los fariseos y maestros de la ley, un señalamiento de cuál será su futuro si no cambian su proceder y reconocen al Maestro como su Salvador.

Si se desechan todas las enseñanzas llenas de tradiciones paganas, se puede ver con facilidad la verdadera enseñanza de esta parábola.



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